miércoles, 27 de abril de 2011

LA ECOLOGÍA DE LA CRISIS

A casi nadie mínimamente informado debería escapársele ya la estrecha relación que une a la crisis económica actual con el deterioro ecológico global. El modelo vigente de crecimiento continuado, basado fundamentalmente en energías de origen fósil y generador de enormes desigualdades sociales y económicas, muestra síntomas evidentes de agotamiento que están teniendo un impacto mesurable en la actividad económica, contaminan gravemente el planeta y ponen en riesgo nuestra supervivencia.

La crisis de las hipotecas subprime de 2008 nace con un incremento de los precios del petróleo, sigue con una subida de los tipos de interés y estalla cuando miles de personas no son capaces de hacer frente a sus hipotecas. Insisto: Los precios del petróleo están cada vez más en la trastienda de la situación económica global y la demanda creciente de crudo en algunos países no hará sino empeorar el panorama.

El mecanismo de modulación del precio del petróleo basado en variaciones de la producción se está agotando en su flexibilidad al alza al encontrarnos en el llamado “pico del petróleo” (máxima producción posible sin que se disparen los costes de producción). Así el alza de precios actual puede continuar sin freno y generar nuevas alzas de la inflación y los tipos de interés.

Pues bien, en este contexto, a nuestro Ministerio de Industria no se le ha ocurrido nada mejor (más bien, peor) que recortar las ayudas a las fuentes de energía renovable, que son el único instrumento de que dispone nuestro país para reducir la dependencia de la importación de combustibles fósiles. No se pueden tomar decisiones en función del coste puntual de una de las alternativas sino que aquéllas deben adoptarse en función de las tendencias de coste de ambas alternativas (fósil y renovable).

Por otro lado, desde el punto de vista del empleo, las energías renovables son las que más generan por kilowatio-hora producido frente a otras alternativas, con lo que la citada decisión resulta doblemente descabellada.

Y todo esto sin entrar hablar del cambio climático como principal causante de impactos ecológicos en la economía global, con nefastas consecuencias sobre las cosechas agrícolas (la FAO prevé ya una subida de precios de los cereales por las malas cosechas de 2010) y sobre la subsistencia de millones de personas. No sería raro asistir este año a nuevas y masivas hambrunas.

A pesar de todo ello, gran parte de la opinión pública, incluida la izquierda, sigue considerando esta cuestión un tema secundario. La dimensión ecológica de la crisis económica es muy profunda y no hay más salida para la misma que la superación del modelo que está siendo la causa del agotamiento y de la degradación de los recursos de la Tierra.

La visión ecológica debe ser central en la acción política en defensa de un mundo más justo. La ecología política debe buscar la superación del actual modelo promoviendo un nuevo equilibrio entre la actividad humana y nuestro entorno. Sin resolver la crisis ecológica, no hay salida para la crisis económica ni social.

(Resumen de artículo de Juan López de Uralde, Director de Equo)

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