jueves, 17 de marzo de 2011

Y DALE CON EL MIX

Hasta unos pocos días antes de que se produjera el terremoto de Japón, y las consecuencias del tsunami subsiguiente sobre las centrales nucleares japonesas y, quizás, sobre el futuro de la energía nuclear en general, en España seguíamos dándole vueltas (en el Ministerio de Industria) a la supuesta joya de nuestra “corona verde” (desarrollo de las energías renovables) y a la necesidad de resolver de una maldita vez el problema de nuestro mix energético objetivo, modificado en tres ocasiones (tres Reales Decretos) durante el año 2010.

La propia Comisión Europea le ha “recordado” a Zapatero los riesgos de sus vaivenes solares, desde el brutal incremento vivido en los años 2006 a 2008 (fruto del Plan de Energías Renovables 2005-2010: tarifas generosas e instalaciones sin límite) hasta el frenazo impuesto en 2008 (ante la posibilidad de que el coste de las primas desbordase al Estado, se limitó a 500 MW la potencia a instalar cada año)

Que algo había que hacer resultaba, pues, evidente para todo el mundo, incluido el propio Sebastián, a la vista del importe total de las primas renovables y de la situación de una demanda eléctrica a la baja. Tirando por lo más simplista, como tantas otras veces, el ministro llegó a decir que "España estaba pagando la novatada en renovables" y que "con esta medida España está en línea con las acciones emprendidas en otros países como Francia, Alemania o la República Checa”. Sin embargo, la Comisión nos tenía echado el ojo, a nosotros y a los checos, por el feo “apellido” de nuestro plan: RETROACTIVO.

Y es que la pérdida de posición de España en cuanto a volumen de inversión en renovables no se explica sólo por los ajustes progresivos en todas las primas o el aterrizaje en las expectativas del mercado español tras el boom fallido de la fotovoltaica. El atractivo solar español está finalmente ya muy lejos (Alemania, líder en fotovoltaica, sigue creciendo más del 10% cada año) y los vaivenes del ministro Sebastián tienen mucho que ver con ello y con la generación de incertidumbre en el sector (la Comisión advirtió que podría llegar a expedientar a España por su nueva regulación). El Ejecutivo de la Unión Europea no se cree ya los compromisos de Moncloa en el horizonte de 2020.

Bruselas cree que España no cumplirá sus objetivos, ni en cuota de renovables en la producción de electricidad, ni -peor aún- en el transporte. No la disuaden de sus recelos ni la evidencia de que la generación procedente de fuentes de energía renovable alcanzó en Enero el 39,9% de la producción eléctrica total ni que el 58,9% de la generación eléctrica del mes se haya producido a partir de tecnologías que no emiten CO2. En electricidad, España sólo ha realizado progresos moderados hacia la meta indicativa del 29,4% de renovables y en transportes estamos muy lejos de alcanzar el 5,75% de biocombustibles. Por otro lado, la potencia actual de bombeo puro es ahora de unos 2.500 MW y España necesitaría aumentar esa capacidad hasta los 6.000 MW en 2020.

Finalmente, muy poca confianza tiene el ahora famoso Oettinger en que España esté en el corto plazo a la altura del triple objetivo del 20/20/20 en 2020: renovables, ahorro y eficiencia energética y reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Pero es que nos lo hemos ganado a pulso nosotros solitos con nuestra brutal dependencia energética y nuestra penosa intensidad energética.

No hay comentarios:

Publicar un comentario