lunes, 5 de marzo de 2012

SOBRE LA MORATORIA

Se puede afirmar sin temor a equivocarnos que las cosas no han cambiado en el mundo de las renovables en España (si es que no han ido incluso a peor) en este mes ya transcurrido desde que el Gobierno del PP le dio la puntilla (temporalmente, dicen: que se lo pregunten al toro) al sector tecnológicamente más boyante en nuestro país con su RDL 1/2012.

No fue una sorpresa porque desde el partido del Gobierno, ya antes de las elecciones que les encumbraron, iban dejándose caer mensajes inequívocos de que algo iba a pasar en el sentido de detener el progreso y favorecer al lobby eléctrico. Se les llenaba la boca con expresiones relativas a su apoyo al desarrollo de las energías renovables y a la preservación del Medio Ambiente pero, en la práctica, les ha costado muy poco cortar por lo sano y mostrar su verdadero rostro, opuesto a contribuir al modelo energético sostenible que debería buscar España.

La necesidad de reducir el déficit tarifario no es más que una excusa de mal pagador. Hay que eliminarlo, por supuesto, pero eso no se consigue en absoluto haciendo desaparecer las primas a las renovables y no actuando sobre el resto de factores que inciden sobre aquél (tarifa eléctrica, subvenciones a las convencionales, costes reconocidos a las mismas, beneficios escandalosos de nucleares e hidroeléctricas, etc.). Y del lío organizado por mezclar déficit tarifario y déficit público más vale no hablar, salvo para confirmar la ignorancia de nuestros gobernantes en la materia.

Ahora bien, reconozcamos en parte nuestras culpas por haber dado lugar a un número importante de errores en el desarrollo del sector en España. Instalación frenética de plantas fotovoltaicas en 2008 (aprovechando los errores de la regulación), desarrollo masivo de una termosolar poco madura, ventas y reventas de instalaciones eólicas en la que todos se forraban, ... Claro está que, en aquella época, todos éramos ricos y siempre había bancos dispuestos a "soltar la tela para pagar las copas", por muy caras que éstas fueran. No voy a decir que nos lo hemos ganado pero ...

Si todo quedara en parar un rato, pensarse bien cómo seguir y ponerse nuevamente en marcha por el camino de la sensatez, la moratoria podría ser hasta útil; sin embargo, dudo muy mucho de que vaya a ser así. Las eléctricas nos tienen en su punto de mira, disparan a mansalva y no van a parar hasta acabar con los pocos pioneros que aún sobrevivían o hasta que se produzca una fuerte contestación social (que, desde luego, no parece estar a la vuelta de la esquina)

A ver si conseguimos que nuestros líderes en renovables, sin abandonar su vocación mundial, aguanten un poco y no cierren del todo el negocio en España. Porque ha costado mucho formar a todos esos especialistas como para que, por una decisión política, se vaya todo por el desagüe.

Entre tanto, habrá que considerar firmemente la posibilidad de emprender las acciones oportunas para preparar una denuncia ante la Unión Europea contra la moratoria por ser contraria, entre otras, a las Directivas europeas 2009/28/CE de Renovables y la 2010/31/CE de Eficiencia Energética de Edificios y no favorecer la estabilidad regulatoria ni la simplificación administrativa.

(Y va la Junta de Castilla y León y, en mitad del partido, la remata en estos días aprobando la ECOTASA, una pura medida recaudatoria que como ha indicado Apecyl “ni es eco, ni es tasa” y que dice venir a gravar la supuesta afección medioambiental de una serie de instalaciones, fundamentalmente parques eólicos (también aprovechamiento hidroelétrico y líneas de alta tensión, ¡ja!), dejando fuera generación contaminante como el carbón o la energía nuclear. Con todo el perdón, pa' cagarse)

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