jueves, 8 de marzo de 2012

LA DESGRACIA DEL GAS NO CONVENCIONAL

En los últimos meses estamos asistiendo a "movimientos" muy extendidos orientados a descubrir nuevas ubicaciones para la explotación petrolífera y gasista en todo el mundo, incluido nuestro país.

Estamos todos de acuerdo en que el problema de las reservas de petróleo, gas o de cualquier mineral tiene una dimensión básicamente económica en el sentido de que se considera reserva real sólo lo que en cada momento puede extraerse a un coste inferior al precio de venta, de manera que, cuando se abaratan las técnicas de extracción, pueden entrar en consideración yacimientos que hasta ese momento se consideraban demasiado caros para poder ser explotados. Como esta dinámica es casi imparable, el desarrollo y el apoyo a las tecnologías más limpias no puede estar supeditado a las reservas fósiles de nuestro planeta sino al riesgo de alcanzar una situación medioambientalmente catastrófica si lo quemamos todo.

Bueno, pues esto es lo que está pasando ahora en el mundo con la aparición del llamado gas no convencional. No se trata de un hidrocarburo con características nuevas sino que la novedad está en las las técnicas (no convencionales) que se utilizan para extraerlo; esta definición engloba al shale gas (gas de esquisto), al tight gas (gas que se extrae de arenas compactas) y al coal bed methane (metano del manto de carbón).

Las técnicas novedosas en cuestión son fundamentalmente dos unidas: la perforación profunda en horizontal y el llamado fracking (inyección de agua, arena y productos químicos a alta presión para fracturar las rocas madre en las que está contenido el hidrocarburo). No existe aún suficiente regulación (nacional o europea) y lo que sí está muy en cuestión son las posibles consecuencias de estas explotaciones para el medio ambiente.

Mientras tanto, nadie (¿verdad, Patxi López?) debería cantar victoria cuando se anuncie la posibilidad de explotar alguno de los pozos abiertos  como solución a los problemas energéticos de un territorio.

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