lunes, 16 de enero de 2012

ESTO NO ES (SÓLO) UNA CRISIS ECONÓMICA

Resumo aquí algunos de los comentarios publicados por Margarita Mediavilla, profesora de la Escuela de Ingeniería de Valladolid, en un artículo con el mismo título sobre el Curso sobre los Límites del Crecimiento celebrado en la Universidad de Valladolid el pasado mes de Septiembre de 2011. Anticipo que, a la finalización del Curso, flotaba en el ambiente una sensación que se resumía en dos palabras: preocupación y urgencia.

Los medios de "incomunicación" silencian estos temas y sus mensajes se resumen en frases como  "no es tan dramático" o "la tecnología inventará algo", con lo que el conocimiento que el ciudadano tiene sobre el problema es escasísimo y parcial. No quedan prácticamente dudas de que nos vamos a encontrar, en esta mitad del siglo XXI, con el choque traumático de nuestra civilización contra los límites del planeta al haber colmatado ya los sumideros de contaminación y estar agotando las fuentes de recursos que nos alimentan.

La idea de que el Medio Ambiente es una especie de jardin que debemos cuidar por una cuestión ética,  pero poco importante comparado con temas "realmente serios" (como la economía y la industria), es una idea rotundamente falsa: el Medio Ambiente es nuestra huerta, nuestra mina y nuestra fábrica; es decir, la fuente de todas nuestras riquezas y explotar los recursos de la forma que lo estamos haciendo es suicida.

El cambio climático es uno de los límites más conocidos pero el "desconocido" pico del petróleo es todavía más apremiante. La extracción mundial de petróleo se ha estancado desde 2006 y no es posible aumentarla aunque suba el precio o mejore la tecnología. La propia Unión Europea, en un reciente informe sobre el futuro del transporte, habla de que en 2050 deberemos prescindir del 90% del petróleo que consumimos porque no lo habrá en el mercado. El resto de los recursos energético, gas natural, carbón y uranio, sufrirán el mismo estancamiento unos años más tarde.

Pero también podemos asistir al límite de una electrónica cada vez más sofisticada a base de minerales extremadamente raros que ya están mostrando signos de agotamiento y para los que el reciclado se hace imposible a día de hoy. La actual abundancia de recursos es engañosa porque se ha basado en explotar minerales de concentración mucho más baja que los extraídos en siglos pasados, y esto sólo ha sido posible gracias a la utilización de mucha más energía.

Las renovables son el futuro, porque no hay energías milagrosas y las novedosas que acaben siendo rentables no van a llegar a tiempo para sustituir el declive de las fósiles. Pero no podemos olvidar que ellas también tienen límites, porque, en último extremo, son las utilizadas por los ecosistemas para todos sus procesos vitales. Interceptarla a gran escala puede tener efectos sobre unos ecosistemas ya muy alterados.

No es el ser humano el cáncer de la biosfera, sino el capitalismo; y sobre todo el capitalismo financiarizado que hemos vivido estas décadas y que ha perdido todos sus mecanismos reguladores. Si no somos capaces de cambiar la raíz del crecimiento, todos los intentos de encontrar una sociedad sostenible son vanos; la crisis económica ya existía antes de 2008 para millones de seres humanos excluidos, lo que ahora la hace diferente es que ha llegado incluso a las 1.000 grandes empresas multinacionales que controlan la economía del planeta.

Es el momento de ir pensando en la próxima civilización, en sus valores, en su tecnología, en su política, en su agricultura y en su economía. ¿Merece la pena realmente esta sociedad que, a pesar de este inmenso derroche material, es capaz de dejar que todavía mueran de hambre seres humanos y ni siquiera consigue auténtico bienestar en las sociedades más opulentas? Esta crisis nos debe servir para rediseñar todas nuestras actividades.

No nos enfrentamos sólo a una crisis económica española o europea, sino a una crisis global y sistémica. Es preciso expandir la conciencia del enorme reto que tenemos delante, y es preciso hacerlo urgentemente. No podemos esperar a que los gobiernos den el primer paso, debemos empezar desde abajo.

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