jueves, 26 de enero de 2012

Y UN EXPERTO MÁS, ÉSTE ATÓMICO

Otra de expertos, esta vez tomada del Boletín de Científicos Atómicos de Noviembre de 2011 (USA) y titulada “El mito de la energía renovable” (firmada por un/una tal Dawn Stover)

Empieza argumentando que las palabras “limpia” y “verde” referidas a la energía no tienen una interpretación única. Cuando Obama habla de “energía limpia”, cabe que la gente entienda que se refiere al “carbón limpio” o a la “energía nuclear baja en carbono” (sic) o a paneles solares o a aerogeneradores. Y cuando los políticos hablan de “empleo verde”, podrían estar hablando de empleo tanto en General Motors como en Greenpeace.

Sin embargo, parece haberse llegado a un acuerdo casi unánime cuando se menciona lo “renovable”: Se trataría de una categoría de energía cuyo origen no se agota (viento, agua, Sol) y que puede usarse indefinidamente.

Dice el artículo que la energía renovable así entendida suena mucho más natural y creíble que la máquina de movimiento perpetuo y hay, sin embargo, un gran problema (y aquí es donde empieza a matarla): Salvo que planeemos vivir sin electricidad ni transporte motorizado, necesitamos algo más aque el viento, el agua, el Sol y las plantas para disponer de energía. Hacen falta materias primas, terrenos, etc. que algún día se acabarán y “cosas” que tienen que ser extraídas, producidas, perforadas (¡je, je!), transportadas, etc. y no simplemente cultivadas y cosechadas. Hacen falta recursos no renovables (hay para todos):

Energía solar. La luz del Sol es renovable pero los paneles fotovoltaicos no. Tampoco lo es el agua subterránea usada para las turbinas de algunas instalaciones termosolares.

Energía geotérmica. Estos proyectos dependen también del agua subterránea, procedente de la lluvia pero no suficiente para el funcionamiento de las turbinas.

Energía eólica. Según cifras de la AWEA, las 5.700 turbinas instaladas en los EE.UU. en 2009 precisaron de 36.000 millas de barra de acero y 1,7 millones de yardas cúbicas (perdón por las unidades, debe de ser un huevo) de hormigón. La multiplicadora de un aerogenerador de 2 MW contiene unas 800 libras de neodimio y 130 libras de “dysprosium” (perdonad mi ignorancia pero no sé qué tierra rara es ésta)

Biomasa (¡faltaría más!). Se ve como una fórmula para el cuidado de los bosques o para fijar el terreno. Y, a cambio, supone menos terreno para uso agrícola en general, recreo y hábitat natural (le preocupa esto, fíjate tú). El autor hace responsable a la biomasa de la deforestación y la polución en países donde ya se usa de manera extensiva.

Y a la energía del agua, en sus distintas vertientes, se le acusa de experimental, si bien los grandes embalses, de las grandes compañías, por supuesto, son de tecnología muy probada y, de manera casi instintiva, no tienen para mucha gente el cariz de renovable o alternativos.

Y, más aún, todas estas tecnologías necesitan líneas de transmisión desde zonas rurales a centros urbanos que destruyen elementos naturales.

No voy a seguir. Esto es lo que transmiten muchos expertos (interesados) con capacidad de influencia sobre la población y, como a nadie le gusta que le amenacen con la pérdida de su statu quo, se toma partido por ellos. Aunque tengan que reconocer que las tecnologías renovables, “a menudo”, dañan menos el clima y crean menos residuos tóxicos.

¿Cifras del experto? Para atender la demanda mundial de energía en 2º030 con tecnologías renovables, harían falta 3,8 millones de aerogeneradores, 720.000 dispositivos de olas, 5.350 plantas geotérmicas, 900  plantas hidroeléctricas, 490.000 turbinas mareomotrices, 1.700 millones de sistemas fotovoltaicos en tejados, 40.000 plantas solares fotovoltaicas y 49.000 sistemas de concentración solar.

Yo le diría ¿y qué si se trata de la supervivencia del planeta?

JORGE FABRA. ÉSTE SÍ ES UN EXPERTO


Jorge Fabra Utray, economista y doctor en Derecho, miembro del Grupo de Reflexión sobre la Energía del Instituto Pascual Madoz de la Universidad Carlos III, ex-presidente de Red Eléctrica y Consejero de la Comisión Nacional de la Energía (CNE) (2005-2011), nos ilustra en su artículo con unos números que se imponen en el funcionamiento del mercado eléctrico español, deteriorado en su regulación y con un extraordinario desequilibrio entre costes e ingresos en perjuicio de los consumidores y de las nuevas tecnologías.
Según indica, el mantenimiento del statu quo actual en materia eléctrica es, simplemente, insostenible, como lo prueba la enormidad del llamado déficit tarifario, que el Gobierno no ha atacado subiendo tarifas de manera visible sino trasladando parte de los costes eléctricos a los Presupuestos Generales del Estado. Es un hecho que desde 2004 hasta 2011 el recibo de la luz ha subido un 80%, un 60% pagado al contado y el 20% restante con la firma de una hipoteca (el déficit tarifario)

Desde la llegada al Gobierno del PP hemos oído que "el déficit tarifario es uno de los problemas más complejos", que "·no se puede solucionar aplicando una subida de tarifas que recaiga sobre los consumidores castigando la competitividad de la economía", que van a "llevar a cabo una transformación relativamente (¿?) profunda del modelo energético ... para que el precio que refleje exactamente los costes de producción". ¿Es que los consumidores pagan más por la electricidad de lo que cuesta producirla? ¿Van a extraer parte de los beneficios que las empresas eléctricas generan en algunos negocios que escapan a los ajustes de la competencia?

Hecho 1: La fijación del precio en el mercado eléctrico con la oferta de la última central térmica necesaria para cubrir la demanda hace que la mayor parte de las centrales de carbón, de gas y renovables no lleguen a cubrir sus costes (y necesiten complementos retributivos: pagos por capacidad, primas) y que las centrales nucleares e hidroeléctricas, sin competencia, obtengan beneficios muy elevados sin minoración alguna. Socialización de pérdidas y privatización de beneficios.

Hecho 2: Desde 1997 hasta 2011, las centrales nucleares e hidroeléctricas han percibido ingresos muy superiores a los comprometidos bajo el marco regulatorio retributivo que amparaba la recuperación de sus inversiones. En 2005 ya habían cobrado la totalidad de los Costes de Transición a la Competencia (8.600 millones), siguieron cobrándolos en 2006 hasta alcanzar una cantidad superior a la que determinaba la Ley del Sector Eléctrico sin que ese exceso haya sido liquidado y, desde entonces, han estado cobrando precios superiores a sus costes remanentes. El que parte de estas centrales no estén todavía amortizadas o provisionadas es cuestión que sólo compete a la política contable de cada empresa. Si, en estas circunstancias, alguien no considera desorbitados los beneficios de las empresas eléctricas (UNESA dixit), será porque tienen mediocres resultados en otros negocios.

Hecho 3: El peso de las renovables tiene que aumentar porque contribuyen a la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero, porque generan externalidades económicas positivas, porque dan lugar a medio plazo a una reducción del coste de la generación de electricidad y porque España está comprometida con el cumplimiento de los compromisos de la Unión Europea. Al margen de que nos aportan la necesaria independencia respecto a los productores de combustibles fósiles. Se trata "simplemente" de establecer una senda competitiva y eficiente que cumpla estas condiciones y objetivos, extrayendo una parte de los ingresos excesivos que percibe el parque histórico de generación para neutralizar el coste del progresivo incremento de la energía renovable necesario para aumentar su peso en la dieta energética.

¿Va a concretar el Gobierno del PP sus declaraciones al respecto? Veremos, aunque no está del todo claro que vaya a ser así (véase para empezar, la prolongación de la licencia de la central de Garoña), si abordan la profunda reforma estructural de la regulación eléctrica que necesita España. Permaneceremos atentos a la jugada.

(Resumen del artículo "En la electricidad, los números se imponen" publicado en El País el 22/1/12)

miércoles, 25 de enero de 2012

UNA APORTACIÓN DE OTRO EXPERTO

Hace ya algún tiempo leí una información en la que se recogía la opinión de un experto (no sé deciros cuánto y en qué) que "advertía" de que las energías renovables están distorsionando el mercado eléctrico europeo y, en especial, el español, porque el precio final de la tarifa no recoge su coste real y maquilla el efecto de primas y subvenciones. Añadía que España ha pasado de ser "el paradigma" mundial en el desarrollo de las energías renovables a "un ejemplo de todos los problemas que podían surgir" en este proceso.

A partir de la clásica expresión "buenista" (la necesidad de fomentar las energías renovables para mitigar el cambio climático es ya una premisa aceptada por todos, especialmente en el sector eléctrico - debe de ser una broma), apuntaba que el desarrollo de las renovables está complicando y encareciendo el funcionamiento del operador del sistema eléctrico, que debe asumir generadores menos predecibles y almacenables que los convencionales. Más de lo mismo o la voz de su amo.

La remataba con las también clásicas afirmaciones respecto a que las primas a las energías renovables, en especial la fotovoltaica, han contribuido "de manera muy notable" al déficit de tarifa del sector eléctrico español, primas "que no han sido muy acertadas y superiores a lo que sería deseable". Yo añadiría "deseable, ¿por quién?"

Y aunque daba algunas cifras respecto a la potencia instalada en los últimos 10 años, incluyendo los nuevos 25.000 MW de ciclos combinados, a éstos no los consideraba en absoluto responsables de nunguno de nuestros males.

¡Cría expertos y te sacarán ... las tripas!

lunes, 16 de enero de 2012

ESTO NO ES (SÓLO) UNA CRISIS ECONÓMICA

Resumo aquí algunos de los comentarios publicados por Margarita Mediavilla, profesora de la Escuela de Ingeniería de Valladolid, en un artículo con el mismo título sobre el Curso sobre los Límites del Crecimiento celebrado en la Universidad de Valladolid el pasado mes de Septiembre de 2011. Anticipo que, a la finalización del Curso, flotaba en el ambiente una sensación que se resumía en dos palabras: preocupación y urgencia.

Los medios de "incomunicación" silencian estos temas y sus mensajes se resumen en frases como  "no es tan dramático" o "la tecnología inventará algo", con lo que el conocimiento que el ciudadano tiene sobre el problema es escasísimo y parcial. No quedan prácticamente dudas de que nos vamos a encontrar, en esta mitad del siglo XXI, con el choque traumático de nuestra civilización contra los límites del planeta al haber colmatado ya los sumideros de contaminación y estar agotando las fuentes de recursos que nos alimentan.

La idea de que el Medio Ambiente es una especie de jardin que debemos cuidar por una cuestión ética,  pero poco importante comparado con temas "realmente serios" (como la economía y la industria), es una idea rotundamente falsa: el Medio Ambiente es nuestra huerta, nuestra mina y nuestra fábrica; es decir, la fuente de todas nuestras riquezas y explotar los recursos de la forma que lo estamos haciendo es suicida.

El cambio climático es uno de los límites más conocidos pero el "desconocido" pico del petróleo es todavía más apremiante. La extracción mundial de petróleo se ha estancado desde 2006 y no es posible aumentarla aunque suba el precio o mejore la tecnología. La propia Unión Europea, en un reciente informe sobre el futuro del transporte, habla de que en 2050 deberemos prescindir del 90% del petróleo que consumimos porque no lo habrá en el mercado. El resto de los recursos energético, gas natural, carbón y uranio, sufrirán el mismo estancamiento unos años más tarde.

Pero también podemos asistir al límite de una electrónica cada vez más sofisticada a base de minerales extremadamente raros que ya están mostrando signos de agotamiento y para los que el reciclado se hace imposible a día de hoy. La actual abundancia de recursos es engañosa porque se ha basado en explotar minerales de concentración mucho más baja que los extraídos en siglos pasados, y esto sólo ha sido posible gracias a la utilización de mucha más energía.

Las renovables son el futuro, porque no hay energías milagrosas y las novedosas que acaben siendo rentables no van a llegar a tiempo para sustituir el declive de las fósiles. Pero no podemos olvidar que ellas también tienen límites, porque, en último extremo, son las utilizadas por los ecosistemas para todos sus procesos vitales. Interceptarla a gran escala puede tener efectos sobre unos ecosistemas ya muy alterados.

No es el ser humano el cáncer de la biosfera, sino el capitalismo; y sobre todo el capitalismo financiarizado que hemos vivido estas décadas y que ha perdido todos sus mecanismos reguladores. Si no somos capaces de cambiar la raíz del crecimiento, todos los intentos de encontrar una sociedad sostenible son vanos; la crisis económica ya existía antes de 2008 para millones de seres humanos excluidos, lo que ahora la hace diferente es que ha llegado incluso a las 1.000 grandes empresas multinacionales que controlan la economía del planeta.

Es el momento de ir pensando en la próxima civilización, en sus valores, en su tecnología, en su política, en su agricultura y en su economía. ¿Merece la pena realmente esta sociedad que, a pesar de este inmenso derroche material, es capaz de dejar que todavía mueran de hambre seres humanos y ni siquiera consigue auténtico bienestar en las sociedades más opulentas? Esta crisis nos debe servir para rediseñar todas nuestras actividades.

No nos enfrentamos sólo a una crisis económica española o europea, sino a una crisis global y sistémica. Es preciso expandir la conciencia del enorme reto que tenemos delante, y es preciso hacerlo urgentemente. No podemos esperar a que los gobiernos den el primer paso, debemos empezar desde abajo.

miércoles, 4 de enero de 2012

LOCURAS MEDIOAMBIENTALES

Os apunto aquí algunas de las ideas desplegadas por Antonio Ruiz de Elvira en su post publicado en el blog Clima de El Mundo el pasado 2 de Enero. Me parecen de todo punto dignas de mención y atención.

Ilustra su artículo con la foto que también incluyo aquí y en la que se ve el aspecto de nuestra Península Ibérica vista desde el espacio en una noche cualquiera. Las grandes capitales, sí, pero también zonas de mucha menor densidad de población, lucen (nunca mejor dicho) como si la energía eléctrica la regalaran. La maravilla de la técnica que permite convertir la noche en día asombró a nuestros tatarabuelos en el siglo XIX, pero a estas alturas debería haber dejado paso a la realidad de qiue estamos expoliando los recursos limitados del planeta. En 200 años hemos pasado de 1.000 millones a 7.000 millones de pobladores de la Tierra pero 4.000 millones viven igual que sus antepasados y esto no es precisamente para presumir de ello.

También pone como ejemplo de despilfarro el caso de Isla Cristina, una ciudad pescadora en el Atlántico, cerca de la frontera con Portugal, con tres auditorios y dos parques feriales para unos 20.000 habitantes. A lo largo de los 4 kilómetros de la carretera de acceso, hay farolas encendidas (inútilmente) cada 50 metros, y no precisamente de bajo consumo. Y es que alguien se pensó en algún momento que vivía en Jauja o cerca.

Todo este derroche supone, en gran medida, disipar energía para nada, a no ser que tengamos como objetivo existencial quemar combustibles fósiles y calentar el clima. Se puede vivir cómodamente con la mitad de puntos de luz en las calles y con tecnologías más eficientes.

¿Para qué necesitamos convertir la noche en día? ¿Para qué desplazarnos de Madrid a Barcelona en 2 horas y media? ¿Para qué la televisión llena de conversaciones y programas absurdos? "Ruido de fondo". ¿Es interesante, aporta algo  a nuestras vidas escuchar ese ruido de fondo? Optemos por la calidad (esfuerzo, algo de sacrificio) en vez de por la cantidad. Nos irá mucho mejor en todos los sentidos.

El ansia de dominio de la Naturaleza, de poder, es esencialmente animal. Humano es compartir, la vida y el mundo, con los demás . . . . . .  seres vivos. Disfrutar de la vida. Calidad frente a cantidad.